Sin duda
Alejandro Cañestro
La
ilustración –en minúscula por su supuesto valor inferior con respecto a otras
artes aunque se trate de arte en mayúsculas– hunde sus raíces en los juegos de
cartas que desde China se extendieron a la India , Egipto y Europa en los siglos XII y XIII.
Casi nada. Parejo a ello se creó, evidentemente, el oficio de ilustrador, que
tendrá en Alfons Mucha (1860-1939) uno de sus mejores representantes. Y aunque
las comparaciones pueden llegar a ser odiosas y, a su vez, hiperbólicas, hoy
les quiero hablar de Paz García, a raíz de su última exposición en Diversis
(Elche, avda. de Juan Carlos I nº 59), de reciente apertura. Sus “Puntos de
vista” la definen como una artista completa, polifacética, cómoda en cualquier
tema, que lo hace suyo desde una estética propia, personal y profunda, como si
quisiera que el espectador abandonara su postura pasiva y se adentrara en el
significado trascendente que existe en el fondo de su obra. En sus cuadros se
produce una curiosa simbiosis pues, cuando parece que todo está inventado,
llega Paz e irrumpe con una iconografía novedosa, que bebe de muchas fuentes
llegando a crear una propia. Elementos del pop-art más americano, los chorros
de pintura de Pollock, los fondos indeterminados de Rothko o incluso la
rotundidad de las formas del constructivismo ruso, además de un inusitado gusto
por lo realista y lo cotidiano. Las sensaciones de una calle de Nueva York, un
coche, unas gafas,…elementos cercanos que ha convertido magistralmente en arte,
con una pincelada muy suelta y, lo que es más importante, con una cuidada
formación en historia del arte por sus más que obvias influencias. Todo ello
hace de la pintura de Paz algo muy recomendable para que el espíritu humano se
imbuya de buenas sensaciones. Sin duda, es toda una feliz circunstancia que Paz
García sea quien ilustre semanalmente esta columna y desde aquí se le augura un
brillante porvenir. Sin duda.